Génesis [Capítulo 1.002] - Antioquia.


En esta playa, la más cercana a Mancher, donde el agua tan clara como los ojos de una bella mujer tienen hoy una luna tan blanca como una linda sonrisa; aquí es el lugar idóneo para liberarme de lo ensimismado de mis pensamientos, aturdido de la ciudad, del ruido y la presión a la que no estaba acostumbrado y que gobierna en A.I.M., me vengo a refugiar en el silencio que tiene como Reina este lugar, entorpecido solo por el romper de las olas y los cantos de gaviotas que me eran tan relajantes.

En mi cuerpo se produce la peor descarga de adrenalina que jamás hubiese imaginado. Ella de actitud imponente y de labios cerezos, me enfoco en su mirada que es como si estuviera viendo el reflejo del mar que tengo tras de mí, intente decir algo para alargar ese momento, pero lo único que salió de mi boca fue:

– No te recomiendo que entres al agua.

Mi mente era una contra mi cuerpo, no podía creer lo que estaba haciendo, me estaba alejando por decisión propia, cuando lo que único quería era quedarme a descifrar quién era ella pero no me pude detener. Enciendo el auto para alejarme. Conduzco sin pensar, porque de hacerlo me hubiese quedado atrás, destejiendo cada uno de los hilos que se habían arremolinado en mi cuerpo de nervios y ahora aquí tumbado en mi cama me daba cuenta que no volvería a verla.

Si no estuviera en una ciudad tan grande y sí en mi adorado lugar de origen, donde a pesar de que todos nos conocemos, siempre hay aventuras que recorrer en todo aquel enorme bosque lleno de pinos, entonces, la hubiera tomado de la mano, hubiéramos corrido para atravesar juntos la cascada de un manto blanco, tan blanco como el velo de una novia.

Añoraba la vista de aquel lugar que me protegía y me trajo tantas alegrías, más aún, ahora que por mi ventana solo podía ver el patio de mi vecino y los enormes edificios que ensombrecían la poca luz natural que entraba por mi ventana de aquel cuarto de tres por tres.

Había traído conmigo lo indispensable: mi ropa, mi lap top y mi cama, además era lo único para lo que había espacio en este mundano lugar, sin embargo era lo mejor que me había pasado en la vida estaba aquí para luchar y conseguir mi sueño, demostrándole a todo el mundo en mi pequeño hogar que yo sería el mejor bailarín de la Academia Internacional de Mancher.

Trabajando duro hasta conseguir lo que quería, las cosas fáciles dejándolas para los débiles; desde que recibí la carta de aceptación de A.I.M. sabía que sería un camino difícil; sin embargo me causaba especial dolor de cabeza que uno de mis profesores iba a ser Edward Rotmensen, aquel que empezó como un niño y que ahora apenas superándome por tres años de vida, se ha enfilado como uno de los mejores.

Ahora que por fin estoy en sus clases, me carcomían los nervios a diario; después de todo yo sólo era el chico del que nadie esperaba nada por venir de un pequeño pueblo. El becado que tenía que esforzarse el doble para demostrarle que mi doble pirueta en attitude en arriére era tan buena o mejor que la suya, tan merecedor de un papel principal como de los que él ha interpretado miles de ocasiones.

Mi sudor, mi cansancio y mis desvelos en la Academia eran tan satisfactorios como la alegría en los rostros de aquellos pequeños del orfanato donde me ofrecí como voluntario para darles clases de guitarra acústica cada martes y jueves después de mis arduos ensayos. Había días en los que llegaba a penas pudiendo sostenerme en pie, pero sus sonrisas y ganas de aprender me recargaban nuevamente como si el cansancio no existiera.

Y hoy por si no fuera suficiente con todo lo que ya le aquejaba a mi estrés se le sumaba aquella chica de la playa, como un flash venía a torturarme con una imagen. Una idea que era difícil de conseguir, pero no imposible, era dejar que mis sueños me guiaran hacia ella…

Podía oler la hierba fresca, sentir su húmedo rocío en mis pies descalzos caminando hacía el maravilloso Espejo como se le llamaba a las tranquilas y cristalinas aguas que posaban tranquilas metros lejanos a donde la cascada, tenía que seguir no podía detenerme no sabía porque sólo sabía que algo me llamaba…

Su sonrisa en marcada en esos labios de fuego, sus ojos como mar revolcado, su cintura estrecha, sus piernas largas y fuertes como las de una bailarina, sería el colmo de lo perfecto que fuese una de ballet, pero este era mi sueño y podía ser lo que mi mente quisiera.

Se aventó a las aguas sin esperarme, haciéndome señas de que la imitara, pasmado veo como surge de entre el agua cristalina erguida como una sirena y sus labios se mueven como si de ellos emanara el canto propio, yo intento hablarle, hay tantas ideas que puedo decirle pero no logro articular ni una sola palabra, solo escucho su melódico canto enajenador de sirena en mi cabeza a pesar de que solo es el silencio característico del bosque.

Despertarme es lo que me hace darme cuenta que todo es un sueño. Un maldito sueño. Llevo días queriendo hacer una réplica, quiero que ella este envuelta en el mismo misterio y solo consigo desvelarme noche tras noche. Hoy después de muchos días que lo he deseado, hoy que he sido recompensado, hoy que te tengo en mis sueños pareciera que no soy el dueño de ellos…

Me balanceo, no, no soy yo, somos tú y yo. Me alejo de tu mirada para hacer Chainé y al girar mi cara por la velocidad e impulso de mi cuerpo, las luces de los reflectores me ciegan y me desconcierto; es cierto estoy frente a un gran escenario, estoy a tu lado, te tiendo la mano para que vengas a mí y te acercas en una ejecución tremenda de pique, pique fouetté, pique, pique finalizando en un perfecto balance de tu arabesca, para al fin sentir suavemente tu mano en la mía, sonríes y miras, me miras y me sonríes.

Es increíble como tu mirada ha cambiado de aquella con la que te vi y aquella con la que me sedujiste como una sirena, siento como si al hacer un port de bras de quinta a segunda nos diéramos la bienvenida a aquel maravilloso momento, era poca la distancia entre nosotros pero podía sentir su proximidad en esa tercera de quinta es como si pudiera abrazarla de ese modo, bailando una danza que solo ella y yo conociéramos. Hablábamos nuestro propio lenguaje, me movía sin ser consciente de lo que hacía como si una fuerza más allá de mi moviera los hilos de mi cuerpo…

Cada mañana después de soñar con ella, me quedaba la magnífica sensación de felicidad y mi estúpida sonrisa en los labios, recordando cada sueño, imaginando más, soñando despierto.

Entramos a una bella habitación llena de gente, parecía gente importante, todos muy elegantes, íbamos tomados de la mano, indudablemente era yo quien estaba a su lado, yo quien la tenía de la mano, algo estaba mal, había algo raro. No podía explicarlo sino hasta que pasamos por un enorme vitral donde comprobé que no era mi reflejo, ese no era yo, era… Edward Rotmensen… yo era su imagen, su cara, pese a eso, estaba seguro de que era yo quien tenía de la mano a la chica.

Era un evento importante, uno de gala en el salón principal de A.I.M, miré el rostro de mi acompañante, era tan solo una niña de no más de quince años enfundada en un bello vestido de satín con un vuelo de princesa, con su cabello rubio recogido en un delgado chongo a la altura de su nuca mirábamos a todos alrededor, con una sonrisa de complicidad nos dábamos la señal. La pista estaba a nuestra completa disposición, sola para nosotros dos, con las luces a medios tonos ella bailaba libre, sonriente se prepara para dar dos giros arrastrando el empeine, tombé, fan kick, brincando de aquí para allá en ciseaux, en un parpadeo volvía a ser yo mismo, veía como Edward se alejaba de nosotros, atravesaba aquella cortina y se perdía de nuestra vista. Me acerqué para abrazarla, su cuerpo se hizo humo y todo se volvió negro.

Empecé a correr no estaba seguro del por qué, tenía la leve sensación de que ella me necesitaba, seguí corriendo lo más rápido que podía, parecía no llegar a ningún lado, el frío que se sentía se me encajaba en la piel como diminutas astillas, pero al contacto con mi piel se sentían calientes, la oscuridad en la que ahora me encontraba empezó a disolverse, me di cuenta que seguía corriendo por los diversos escenarios donde había soñado con ella en las últimas noches, el bosque, el escenario, la plaza Novelo…

La oscuridad se volvió a apoderar de todo, me quedé suspendido como en el aire ya sin poder moverme, de pronto una luz blanca empezó a iluminar y la vi, parecía estar atada por cadenas de humo, era en esencia ella pero en el cuerpo de una chica de más de veinte años su cabello había cambiado. Caí de pronto con un fuerte golpe en el piso, y todas las miradas estaban sobre mí.

– Me encantan los finales felices. Son tan escasos… ¡Oh vaya! Tenemos invitados… bienvenido.

Dice uno de los dos hombres que estaban ahí, todo vestido de negro, aventándola hacia adelante ya sin ataduras manteniendo una conversación a la cual vine a interrumpir. El otro, por mucho más joven que él, parece tener aires de dueño, me sujetó los brazos por la espalada, con una fuerza impresionante y el otro, el mayor de los dos, sacó de las sombras a Edward. Lo tenía sujeto al igual que a mí. Nos tenían presos.

– ¡Muy bien! –deja escapar el que sujeta a Edward una sonrisa amarga– esto será mejor de lo que había imaginado. Ahora veamos a cuál de los dos salvaras dulzura –mira a la chica en el suelo que pareciera me ruega que haga algo con la mirada– Drako, por favor demuéstranos lo bien que has aprendido de mí…

Unas descargas de dolor recorrían mi cuerpo, supongo que el de Edward también, pues ambos gritábamos y nos retorcíamos fuertemente aunque nos tuvieran sometidos con suma fuerza.

– ¡Noooooo! Basta –grita ella desesperada.

– Ya la escuchaste Drako, basta –dice forcejeando con Edward– ahora dime a cuál de los dos salvaremos… ¿será a tu eterno amor Edward?, que has amado toda tu vida o ¿a este recién llegado? Recuerda que no se puede tener todo en la vida.

Ella no hablaba, solo nos miraba a uno y a otro sin decir nada.

– Edward –en burla le dice al oído– tu amada y bella novia no debería dudar en a quién debe salvar, ustedes están juntos desde… no lo sé, mucho tiempo ¿no?

De un micro segundo a otro las circunstancias cambiaron y ahora quien me sujetaba con más fuerza y furia que el otro chico era quién se había burlado de Edward.

– Pero seamos realistas por qué habría de elegirte a ti ¿Quién eres tú? –con su amargo tono de voz, me habló de la misma manera que a Edward– un pueblerino recién llegado, qué no es nada, que no tuvo ni el valor de hablarle cuando la tuvo justo enfrente en aquella playa. No eres nada comparado con el gran Edward Rotmensen, tú gran ídolo, que es capaz de lograr lo que se proponga, a su corta edad ya es un bailarín reconocido, un maestro de A.I.M. y que además tiene a la chica de tus sueños.

Nuevamente como si se tratara de una película donde los personajes pudiesen cambiar a su antojo de lugar y forma, tenía sujetándome al mentado Drako.

– Eso es cierto Edward –como si él hubiese exclamado algo en su mente y el tipo este claramente lo escuchó y solo él, le hablaba a burla– ¿Realmente eres tan bueno como para retener a la chica? ¡DRAKO! –gritó.

Nuevas descargas de dolor se apoderaban de nosotros, pero cada vez eran más fuertes, a pesar de gritar con todas nuestras fuerzas, no emitíamos ningún sonido. Ella se veía concentrada con la mirada muy fija en aquellos hombres, se le veía muy agotada y de pronto ambos hombres desaparecieron. Corrí para sujetarla antes de que se desvaneciera y callera, parece que no fui el único que pensé en eso, Edward ya la sujetaba en brazos, estaba muy débil, movía los brazos sin ninguna dirección y se sujetó del dije que colgaba de mi cuello.

Desperté sin fuerza, quería seguir durmiendo, perdí la cuenta de cuantas veces pause la alarma de mi celular, pero debía levantarme, tenía ensayo con los niños del orfanato. Me levanté para bañarme y arreglarme. Me dolían las piernas, como si hubiese corrido un maratón, no recordaba haber hecho ningún esfuerzo tan extremo para sentirme así, sólo mis entrenamientos normales en A.I.M. no recordaba mi sueño de anoche por más que quisiera, sólo estaba seguro que nuevamente había soñado con ella.

… Γ έ ν ε σ ι ς …

Con mil pendientes en la cabeza, había logrado conseguir un lugar para enseñarles a las nuevas generaciones la palabra de Dios y ya que pasaba demasiado tiempo en Mancher encontré el lugar idóneo para hacerlo. Una casa modesta a simple vista con arquitectura muy antigua, tenía una placa de distinción en la reja de acceso…

“Orfanato de la Cuidad de Mancher. Sueños Ilimitados”

Se podía leer con claridad y a pesar de que parecía una pesada reja para abrir no lo fue así, es más, ni seguro alguno tenía. En el jardín estaba una chica de no más de diecinueve años usando unas pequeñas gafas de lectura y un libro en sus manos recargada en uno de los árboles, leía bastante rápido.

– ¿Disculpa? –me dirigí a unos metros de ella.

– Hola –me respondió alegre.

– ¿Trabajas aquí? –tímida con las manos comenzándome a sudar espere a que pudiera ayudarme.

– Bueno, todos los que trabajamos en este lugar somos voluntarios –pareciera que a ella nada le afectaba, se miraba tranquila.

– ¡Oh, vaya! –musité.

– ¿Necesitas algo en especial?

– Bueno, pues yo quería ser una voluntaria para…

– ¡Hey chicas! ¿Cómo están?

Un chico alto de cabellos castaños se acercó a nosotras, delgado y bien parecido, portaba una funda de guitarra de su lado derecho y un par de libros en su otra mano, alegré se notaba; la chica se levantó por completo del pasto, cerró su libro con cierta gracia.

– ¡Excelente! –respondió ella– ¿Adivina qué? –alzaba sus cejas de arriba hacia abajo.

– No sé –contestó en automático el chico encorvándose un poco de hombros.

– ¡Tenemos un soldado más!

– ¿En serio? –brincó de felicidad el chico, me sentía como intrusa en medio de ellos dos mientras festejaban quién sabe qué cosa– ¿quién es? –preguntó con desesperación– quién es, ¿Quién?

– ¡Ella! –contestó y caí en la cuenta que me señalaba a mí.

– ¿Yo?

– ¿Ella? –repitió.

– Bueno –suspiró– no es un hecho pero ¿Cuándo la directora se ha negado a la ayuda de los jóvenes?

– Eso es cierto –los miraba confusa y aturdida– entonces, la directora no sabe que ella está aquí.

–Básicamente Laurent –afirmó– en realidad tiene tan solo un par de minutos antes de que tú llegaras.

– ¡Oh ya veo! Siendo así yo me encargo –dijo el chico con una amplia sonrisa en el rostro, y la dirigía a mí como si fuéramos los grandes amigos de toda la vida– me dio gusto verte, ¿te veré de nuevo?

– Yo creo que sí, está semana estaré dando clases de redacción a los más grandes –la chica sonrió.

– ¡Perfecto! Nos vemos pronto –se acercaron para despedirse con un beso sonoro en la mejilla y enseguida me miró– ven conmigo…

– ¿Yo? A… a dónde –pregunté nerviosa habiendo dado ya tres pasos.

– ¡Un gusto! –gritó, he de suponer para mi persona. Volteé rápidamente para dirigirle una sonrisa de miedo.

– ¡Sí, tú! ¿Cuál es tu nombre?

– Yo… ahm… Chiara.

– Mucho gusto Chiara, yo soy Laurent Clerici…

– Mucho gusto –me extendió su mano y por cortesía e inercia la tomé.

– Yo aquí soy voluntario y le doy clases de guitarra acústica a los niños…

Comenzó a relatarme las actividades que tenían en su mayoría los niños y niñas, tanto en conjunto como separados, que todas las clases fuera del horario escolar las proporcionaban voluntarios en su mayoría jóvenes con espíritu altruista y que eso podía fascinarle a la directora del orfanatorio.

En cuanto llegué a parar al escritorio de la directora pude bien haber sufrido de un infarto de no haber sido por las palabras de aliento que Laurent me brindaba, pareciera que para él todo era sencillo y no había mayor complicación en lo que a su alrededor pasaba. Durante la reunión, él jamás dejó de sonreír y la apoyaba en todo y más, cuando aceptaron mis clases de catecismo para los niños.

El regreso a Yoroslav fue uno de los más alegres y cómodos en hacía ya mucho tiempo. A cada momento que cerraba mis parpados, sentada en el camión, veía su sonrisa y su cara de niño, con su cabello rizado enmarañado por toda su cabeza. De pie con porte despreocupado con aire de alegría con su gran funda de guitarra a un costado suyo o sentado a mi lado dándome ánimos sonriéndome con complicidad; eran las imágenes que no dejaron de pasar una y otra vez por mi mente.

¡Qué lindo chico era Laurent!

… Γ έ ν ε σ ι ς …

Los niños se esforzaban más de lo que imaginaban, un pequeño que tenía tan solo 5 años y ya dominaba como un experto el círculo de sol. Haber estado compartiendo un tiempo previo con la nueva chica que daría clases había despejado un poco todo lo que me turbaba los pensamientos, aunque, cuando caí de nuevo en mi estado normal de ánimo sentí un repentino bajón. Necesitaba ansiosamente un café, a dos cuadras de ahí había un expendio de café americano increíble. La sensación de dolor corporal volvió como una patada de caballo inesperada justo cuando aquella chica de nombre raro se había alejado.

Caminaba hacia allá, cuando me encontré con Drako.

– ¿Qué onda man? –chocamos las manos a manera de saludo.

– Voy por un café ¿Quieres venir?

– No, lo siento debo revisar unos pendientes con la agencia y más tarde tengo que ir por mi chica.

– ¡Qué suerte! –espeté.

– ¿Qué? –repuso desconcertado.

– Tu chica, yo hace unas semanas conocí a una… pero ni su nombre le pregunté.

– ¡Qué güey eres! –se burló. Reí apenado un poco alto.

– Sí.

– Aunque no deberías preocuparte, chicas hay miles. Consigue cualquier otra, échatela y consigue muchas más, diviértete hombre. Si quieres organizamos algo la próxima semana en la playa, te llevaré lindas chicas.

Ese Drako siempre tan desenfadado, despreocupado siempre de la vida como si ésta no importara lo suficiente para vivirla más de un día, pero me había dado una gran idea, debía volver a la playa, quizás ahí la pudiera volver a ver.

Después de analizarlo un poco y que la clase que había dado no me había levantado el ánimo como yo lo esperaba medité un poco más la oferta de Drako lo que simplemente fue un café se convirtió en una convivencia con su chica, Dirce; una bella y hermosa mujer de ojos pequeños y de un azul tan familiar para mí, de tez ligeramente bronceada y a la vez resplandeciente; en sus mejillas coloreadas artificialmente portaba con distinción un par de hoyuelos que tan solo con esbozar la más mínima sonrisa eran visibles, alta y larguirucha; pronto Drako me explicaba que era su manager, la chica era una importante modelo, muy cotizada para su edad.

Una buena tarde resultó ser la compañía de ambos chicos. Tomé camino a la playa, sin mirar siquiera que tuviera gasolina suficiente cuando ya era lo suficientemente noche, solo pensaba en la posibilidad de volver a verla, desde aquella tarde que la vi por primera vez no podía dejar de pensarla, las noches se me iban en imaginar cómo sería cuándo la volviera a ver, qué le diría, podía imaginar incluso como sería nuestra vida juntos, seguramente seriamos la pareja perfecta.

Tantas ideas pasaban por mi mente, quería tantas cosas, pero sinceramente si la podía volver a ver, solo una vez más, era todo lo que pedía…

… Γ έ ν ε σ ι ς …

– ¡Qué tipo! –murmuré– de dónde te lo sacaste…

– Trabaja en el orfanato y… –me miró con emoción en el rostro.

– ¿Y? –repetí.

– ¡Estudia en A.I.M.!

– ¿Y eso qué tiene de emocionante? –giró los ojos como si fuera tan obvio lo que me había dicho y yo simplemente no le encontraba ni el más mínimo chiste.

El tipo no me cayó mal, ni bien. Era lindo, a veces un poco torpe, aunque no sabía exactamente si por el alcohol que bebíamos o porque era su estado natural. Pero era cosa en la que me daba enteramente igual…

– Esta noche no irás conmigo –anunció de pronto y de una manera tan brusca que me sorprendió su manera en la que se dirigió a mí.

– ¿Por qué? – lo miré indignada.

– Te acompañará Orlando, son órdenes, ya sabes aquí no se cuestiona la parte laboral…

– La parte laboral ¡Y todas las partes! –dije un poco emberrinchada.

¿De qué se trataba en esta ocasión? ¿Qué plan tenía ahora en mente para separarme de Drako?

Yo no sé como ese hombre no se volvía loco entre tanta empresa y tantos eventos y tantos planes. Todo, al mismo tiempo. A veces me daba la impresión que de verdad no dormía. Desde que lo conocí, su mirada llena de misterio y avaricia tan similar a la mía, me dejaron en claro que el camino debía ser a su lado, que su sabiduría me llenaría de placeres, lujos, aventuras y sobre todo poder, el poder que ellas no tenían.

– ¿A dónde enviaste a Drako? –hostil como se me da muy bien le pregunto.

– ¿Eso importa bella Dirce? ¿A caso no piensas pasártela bien la noche de hoy

– ¡Oh vamos! No me quieras dar la vuelta –reniego.

– Sabes perfectamente que hay cosas en las cuales a ti no te incumben en lo más mínimo…

– Sí vuelvo a encontrar a Drako delirando en fiebre una vez más…

– ¡Y LAS QUE SEAN NECESARIAS! –gritó, tanto que casi me doy un golpe con el toldo del techo. Me he sentido como en los primero días a su lado– él sabe perfectamente lo que hace –suavizó su tono de voz– y es lo suficientemente fuerte para soportar eso y mucho más, dulzura.

Me tomó por la barbilla sin despegar la vista del frente, como si su movimiento lo tuviera perfectamente calculado, siempre tan preciso él.

La gala de esta noche era presidida por Karl Lagerfeld. Eventos más, eventos menos. Si bien era toda una institución dentro del mundo de la moda, hoy en Mancher venía exclusivamente a ver los resultados de su trabajo digital con nada más y nada menos que Maureen Zandervang. Hasta ese entonces pude comprender porque, tal vez, la atención especial para Orlando y querer venir esta noche a mi lado.

El salón repleto de reporteros acosando a los distinguidos invitados y codiciadas modelos, Orlando me dejó fluir entre ellas como era natural en mí. Gente iba y venía con copas de champagne y un cuarteto de mujeres proseguían de cerca al Káiser, pero él ponía atención e interés en Zandervang, que le explicaba con detalle cada una de las piezas colgadas en las paredes que en su mayoría eran fotografías de mis compañeras modelos en, seguro, alguno de sus trabajos.

Puse clara atención a la gente a los alrededores que se mantenía al margen de la situación central con el Káiser, y sí, como lo imaginé. En una esquina estaba el sequito más que conocido a mis ojos: Tom, recargado en una pared con su cara de confusión; Andras, con su saltarina forma de ser dándole explicaciones a Tom de todo lo que ocurría; junto a ellos también estaba Chiara.

Comenzaba a ponerme de nervios. ¿Qué era lo tramaba en esta ocasión Orlando?

Sin darme cuenta, la gala había pasado en un santiamén; me sentí mareada sin saber por qué. Tenía estrictas órdenes de no tomar alcohol en algunas galas si no era con autorización de Orlando, todo esto debido a nuestro trabajo y esto no era producto de algún estimulante.

– Vámonos –Orlando con toda la propiedad y paciencia que lo caracterizaba se acercó a mí y al grupo de chicas con el que compartía una plática sin mayor chiste.

– De acuerdo –bisbisé.

Acto seguido me despedí de las chicas, caminamos a paso normal pero podía notar la presión en el cuerpo de Orlando por largarse del lugar. Por donde salíamos nosotros a unos escasos cincuenta metros pude cruzarme con la mirada de Andras. Una ráfaga de viento sopló inesperadamente haciendo que su cabello, a pesar de ser corto, se moviera como si la fuerza de él emanara.

– ¡AHORA! ¡DUERMELA! –me gritó impasible Orlando.

Las dos chicas flanquearon a Andras, Tom quedó un paso atrás. Un torbellino de confusión comenzó a alzarse frente a mis ojos, podía distinguir ligeramente como de los pies de Chiara y Maureen la energía brotaba haciendo un espiral alrededor de ellas.

– No… no sé dónde está…

– ¡BÚSCALA! –me gritoneó Orlando mientras me subía a toda prisa al auto– sabes cómo buscar la energía…

– ¿Y si la mato? –solté temerosa.

– ¡No me hagas matarla yo mismo!

El auto avanzó a toda velocidad haciendo rechinar las llantas contra el pavimento…

Todo es tan oscuro como la verdad lo es.

Tan extenso como la realidad pueda ser.

Tan fuerte como quieras que sea la existencia de tu sentir.

Las respuestas en tu camino son encontrar la diferencia.

Todo es tan nítido tal cual lo ves.

El equilibrio es un juego de niños.

… Γ έ ν ε σ ι ς …

Un cántico comenzó a sonar en mi cabeza, probablemente lo habré escuchado en la televisión, no me sonaba para anda familiar. Unas cuantas palabras que rimaban pero no tenían sentido alguno que estuvieran en mi cabeza.

Llevaba horas en la playa, que a pesar de la oscuridad, podría ver con ayuda de las luminarias en tonos dorados que alumbraban la playa de noche, que la marea había subido gracias a lo imponente que se mostraba la luna. Absorto esperando que en cualquier momento pudiese emerger desde lo profundo del mar, desde lo lejano de mis pensamientos y sacada de lo más recóndito de mis sueños. Ella que a la lejanía parecía tan perfecta y llena de dotes afrodisiacos.

– ¡Mia! –pude escuchar a un chico cerca donde iniciaba la arena– ¡Mia!

Le volvió a gritar, no parecía que estuviesen discutiendo, la chica reposaba en sus brazos, él me daba la espalda, ambos parecían ser tan delgados a la lejanía y oscuridad. La escasa luz no me dejaba encontrarle forma a lo que hacía. El cabello de la chica se movía escandalosamente por un fuerte viento que surgió de la nada…

Todo es tan blanco como lo quieras ver.

Tan extenso como tu mente pueda ser.

Tan frágil como quieras que dure la existencia de tu sentir.

Hallarás la respuesta en tu camino si encuentras la diferencia.

No todo lo que puedas ver será nítido.

Siempre habrá que encontrar el equilibrio.

Volvió a resonar en mi cabeza esas palabras, la cuestión era que no sonaban como algo que viniera a mi mente, no como inspiración de alguna canción que componer. No. Era como alguien recitando esas palabras dentro de mí y tratando de liberarse con desesperación de alguna opresión.

La pareja que estaba hace unos instantes detrás de mí habían desaparecido, no supe ni en qué momento fue, tan perdido me sentía en la oscuridad que proporcionaba el profundo mar. Una vez más había esperado en vano en medio de la brisa tibia pero de una cosa estaba seguro: no sería la última vez que lo haría. Era una promesa a mí mismo de que esperaría todo el tiempo que fuera necesario para poder encontrarla de nuevo en mi camino, reencontrarme con sus ojos azules llenos de furia o misterio.

– ¡Hey, disculpa! Oye, una pregunta –un chico delgado de cabello negro y largo se acercó a mí corriendo a toda prisa– puedes decirme cuál puedo tomar para que me lleve al centro de Mancher.

Pude notar la desesperación tanto en su voz como en su rostro que era bajamente iluminado por la luz de las luminarias detrás de él.

– Puedes tomar la 65 y llegarás directamente del lado Este de Mancher en cuestión de… –miré mi reloj, marcaban las 11:56 pm– unos 20 minutos. Te… ¿te puedo ayudar en algo? ¿Tu chica y tú están bien?

– ¡Claro! –dijo evidentemente nervioso– solo necesito salir de esta playa lo antes posible, ¡Gracias!

Y enseguida emprendió una carrera desesperada hasta el inicio de la playa, donde estaba su auto estacionado y una vez que estuvo ahí las llantas rechinaron con gran fuerza, quise husmear por las ventanillas pero tanto la oscuridad como la lejanía me impidieron ver si la chica iba dentro.

¡Vaya! Cada cosa que se encontraba uno en este lugar y en general en cualquiera.

La única esperanza que me quedaba el día de hoy o de la noche era poder llegar a soñar nuevamente con ella. Solo con ella.






5 Alas:

Anónimo dijo...

muy buen capitulo aunque tengo una duda esta manejaando dos tiempos atte..naye

Anónimo dijo...

oOla chica

llegue hasta aqui, despues de vagabundear por la net y tu vista de tu sitio esta super cool, pero tenia curiosidad...¿Como es que pusiste los enlaces en las paginas? Yo quise hacerlo una vez, pero hoestamente, termine botando a la goma el blog, no pude...¿Como lo hiciste?

Me encantaria q, si es posible, me explicaras.

Atte. Suri.

@ZaybetFrias dijo...

Hola Suri!

Gracias por pasarte a este tu blog, claro que te puedo ayudar. Solo se más específica al decirme a qupe tipo de enlaces te refieres y con gusto te explico :D

Anónimo dijo...

Hola zaybet!

Antes que nada, mil gracias por ayudarme...

Bueno, de hecho, son 2 enlaces (2 tipos)

abajito del nombre de tu blog, esta una tira con muchos chunches, que dicen zaybet, my tumblr, y todo eso. Esas son paginas, ¿No? Peeeeero, yo quise haer lo mismo, solo que no me sale ponerle las direcciones a donde quiero que se dirija, o mejor dicho, no se exactamente donde poner esas direcciones, en el codigo html, porque...¡Mejor me ardieron los ojos! y no... no pude...Solo me manda a otra pagina, en la misma, valaga la redundancia, pagina, donde solo dice FACEBOOK ;P ...

y otro de los enlaces que tienes, y por andar de espia por aqui, note que son las fotos, que les das clic y te llevana al direccion q deseas, pero tampoco pude hacerlo (eso es frustrante :D). Me encataria, que si esposible, y si tienes tiempo, claro, me explicaras como es que hiciste todo eso, porque yo...No pude.

Me doy por derrotada con la tecnologia de blogger, creo que soy mas habil con un abaco jajajaja....

Espero y me puedas ayudar....

Gracias


AtTe... Suri!

@ZaybetFrias dijo...

Claro que no es molestia.

Incluso es mucho más fácil de lo que te puede imaginar xD

Aunque si te lo explico por este medio puede ser un poco tedioso así que por qué no me mandas tu email o tu skype (de preferencia este) para ponernos en contacto desde el cuadro de la parte superior donde dice: "dudas, quejas y sugerencias" ahí no será visible tu mail más que para mí :D