Capítulo XI [Parte 3] Ella recorrerá el mundo en un vestido de gala.





[*Mariella Dekker*]


Estaba sumamente desconcertada con la actitud de François pues sólo decía que: no le hiciéramos preguntas, que era un favor que necesitaba de nuestra parte, pero ¿qué clase de favor?, el habernos llevado con Ruly a que nos arreglara (lindamente, he de admitir…) el cabello, no tenía sentido. Si lo uníamos al pequeño Spa que tomamos hace un par de días… me quedaban muchas ideas al aire y sólo podía mirar a Kin por el retrovisor con la misma inexplicable confusión que la mía. Salimos de la clínica de Ruly y Rubí en menos de una hora y de inmediato abordamos el auto. El camino me era familiar debido a que un día atrás lo había recorrido con Paulo… íbamos a Hamburgo…



[*Georg Listing*]


Estaba entrando por la autopista a mi ya conocido Magdeburg, un par de minutos más y mi departamento me recibía. Agradecí a los chicos de seguridad su ayuda para subir mis maletas, las cuales en cuanto estuvieron en la entrada de mi departamento fueron abiertas desesperadamente, olvide sacar mi celular de una de ellas, desde que salimos del hotel en LA, no solía hacer eso pero ahora el pobre estaba perdido en una de mis maletas y me comenzaba a desesperar, no lo encontraba por ningún lado y la recepción de mi departamento se inundaba lentamente de mi ropa… ¡bingo! Lo hallé entre una playera y comencé a marcar números…



[*Tom Kaulitz*]



Después de mucho alegar con mi hermano terminé poniéndome una de mis playeras blancas y encima una camisa a cuadros (al estilo Tom Kaulitz por supuesto) y una gabardina, después de todo tenía que impresionar y sobre salir en ese evento, no sin antes hacerle prometer a mi hermanito llevarme un cambio de ropa para el club; por nada pretendía seguir vestido de la misma forma. Al cabo de un rato me dio dos direcciones una de un hotel, “que considerado” pensé; después recibí un par de golpes en la cabeza y Andreas se desbordaba en risas y la de un lugar muy sofisticado al cual Bill y yo solíamos ir…



[*Amélie Dekker*]


Ya estaba lista, nerviosa y muy emocionada. No tenía ni la más mínima idea de cómo iba a reaccionar Mariella; llevábamos un tiempo sin vernos y esto planeado por sus amigos era una gran idea, Gabrielle en estos días había sido cómo encontrar a una mejor amiga de la noche a la mañana teníamos tanto en común que ya planeábamos muchas cosas juntas pero nuestro principal objetivo de esa noche era reencontrarnos con nuestras hermanas. Un par de arreglos más y salía de mi habitación tomando el elevador a la planta baja, era cuestión de tiempo…



[*Carlo (Kart) Minutti*]


Un par de arreglos más para la desesperada de mi linda mujer, después de hacerle entender un par de cosas y tranquilizarla por otras, todo estaba saliendo a la perfección, no había fallo alguno en ninguna de las cosas, quería ver ya las caras de mis mejores amigas llenas de confusión, seguramente François no les dirigía ni la mínima palabra en todo el camino y pensar en la qué harían cuando nos vieran y ¡a sus hermanas!, pequeños placeres de la vida que no se comparan con nada. Un par de arreglos más a la corbata, las mancuernillas, loción y salíamos de la habitación…



[*Kin Castella*]


“Ostias, joder, coño, qué cabrón” eran palabras que no dejaban de pasar por mi cabeza una y otra vez, que pretendía este tío al raptarnos a quién sabe Dios qué lugar y luego atreverse a subirle el volumen al reproductor del auto para evitar alguna plática entre nosotros. Era ya oscuro e íbamos por la carretera a toda velocidad, sabía que François manejaba como maniático y eso no me daba temor hasta cierto punto pero esta vez temía por algo y no sabía por qué. Todo era tan extraño desde hace unos días y nada tenía sentido empezando porque no había visto a mi hermana, ¿Qué tramaban? Seguro era algo…



[*François Dollet*]


Me alegré que estas dos chicas se quedaran con tremenda confusión que no pudieran articular ni una sola pregunta por la boca, sabía que mentalmente recibía mil un pensamientos de parte de ellas, pero ya encontraría algún pretexto al entrar al hotel. Justo al entrar a la cuidad tuve que sacar mi portátil hacerle una discreta llamada a Ela, no tardaría en llegar al hotel más de veinte minutos y ellos ya deberían estar fuera del mismo rumbo al lugar donde sería la gran sorpresa. Me alegré de haberme visto hábil y guardarles las bolsas en el maletero pues ya buscaban también los suyos, “astuto François, así y no hay mejor que yo” pensé para mí y sonreí…



[*Ela Haushoffer*]


Miles de intentos hice por contactarme a su celular, incluso Fabiho lo había hecho también después de tanto, y el poco tiempo que teníamos ya y por convencimiento de Kart (que no sabía si lo hacía por celos o porque de verdad era inútil ya) dejamos de hacer llamadas al celular de Georg, estábamos todos contados y reunidos en la recepción del hotel en espera de que nuestros autos estuvieran listos para irnos y de pronto una caraba de autos inundaba el motor-lobby del hotel una cómica escena digna de una fotografía: un Camaro en vino, un Legend en gris cóndor, un 308 en perla, un Taurus en rojo granate, un Megane en azul aruba y el Mazda en plata monza de Kin que mandamos a traer de Magdeburg nos pusieron en fila india, el cual junto con el mío tuvimos que mandar de nuevo al estacionamiento del hotel. Así subíamos todos a los respectivos autos…



[*Fabiho Lagerfeld*]


Era espectacular todo lo que podían lograr en unión estos chicos, me sentía ya parte de ellos, “mis cuñadas” eran en extremo agradables, esta noche sería grande, iba a hacer algo de lo cual no estaba planeando, simplemente me nació la idea mientras me ponía el traje en mi habitación, no estaba muy consciente, simplemente estaba bajo el efecto adictivo en demasía de la adrenalina correr por mi cuerpo por periodos largos de tiempo al pensar todo lo que podía pasar hoy. También me sentía muy contrariado y decepcionado de Georg, ¿Cómo era posible que no nos contestara el celular?... un momento, yo olvidé el mío en la cama de la habitación, ¡diablos!, no importa no creo que ahora él se digne a llamarnos, ¿Dónde se habrá metido?...



[*Gabrielle Castella*]


Iba junto con Amélie en el auto con la música a todo volumen, delante de vosotras venía Carlo indicándonos el camino, traíamos nuestra propia fiesta, ésta tía era la ostia, éramos una mancuerna perfecta, teníamos tanto en común que yo misma me he sorprendido. Entre la música electrónica que elegimos como playlist brincábamos, saltábamos y elevábamos las manos. Esta noche nos rencontrábamos con vuestras hermanas, tremenda sorpresa que se llevarían las tías éstas, días muy prometedores se avecinaban en los cuales había decido cambiar mi vida…



[*Bill Kaulitz*]


Pateaba a Andreas que se estaba poniendo pesando, iba perdiendo en los videojuegos y era lo que más le molestaba: que Tom y yo fuéramos más hábiles que él para muchas cosas. No tardó en llegar Natalie con la salvación de la noche (no sé cómo lo lograba pero siempre me leía la mente) nos traía comida, desde luego sin algo vital como eso no aguantaríamos hasta llegar al club; a conveniencia de Andreas dejamos el juego y nos fuimos a la cocina a platicar mientras cenábamos y hacíamos planes de quien caería más ebrio esta noche, Natalie no me ayudaba apoyaba a Andreas en que el perdedor de la noche sería yo…



[*Deieu Castella*]


La marcha se fue haciendo más lenta, imaginé que estábamos llegando al lugar, era la última de los cuatro autos que íbamos por lo que ignoraba lo que pasaba al frente y comenzaba a aburrirme, encendía constantemente las luces frontales del auto que deslumbraban a Fabiho por el retrovisor y volteaba a mirarme y señalarme. Su auto avanzó e hice lo mismo al ver que bajó, he mirado a los demás de pie “¡que guapos!” les he gritado, bajé del auto dándole las llaves a un chico y todos reían por mi acertado comentario, las demás personas nos miraban raro, “ostias que nunca han visto a gente bonita” expresé ganándome miradas de enfado de señoras copetudas de sociedad. Miraba a las copetudas de mis amigas y hermana con sus vestidos largos opacándolas y reía con Fabiho esperando en la entrada de aquel lugar…






  • - Dekker y Castella, por favor – decían al unísono Carlo y François en diferentes recepciones.
  • - Adelante por favor – respondía una hostes.
  • - Estas son las llaves de la habitación – decía una recepcionista.
  • - Gracias – decían nuevamente a la par.
  • - Las acompañaré hasta el pie de sus habitaciones señoritas – dijo François presionando el botón del ascensor ambas le miraban muy raro – espero no se tarden mucho – las miró de arriba hacia abajo – ya están bellas y peinadas sólo tienen que tomar lo que sea que este tendido sobre su cama y vendrán conmigo de acuerdo.
  • - ¡No! – dijo Kin cuando el sonido del elevador indicó que era hora de salir – explícanos qué es todo esto, tío – Mariella apoyó con la mirada. François le dio el paso para salir del ascensor y se detuvo frente a ellas mientras las puertas se cerraban.
  • - Está bien – dijo doblegándose y bajando la mirada – tengo una cena muy importante esta noche y de verdad lo es, sólo quiero su cooperación, ¡háganlo por mi! – casi rogó, cosa que sorprendió a ambas chicas.
  • - De acuerdo François, lo haremos ya estamos aquí, no creerás que nos negaremos a hacerlo ya que has pagado tremendas cuentas a Ruly y Rubí – dijo Mariella alzando los hombros y tomando la tarjeta que le tendió su amigo para abrir su habitación.


François hizo lo mismo que ellas y entró de inmediato; el tiempo estaba contado ahora para ellos. Ambas chicas entraron con sigilo a la medio alumbrada habitación, parecía que alguien previamente había entrado, era un suite por lo que tenía una estancia y la habitación separada; en una mesa adornada con una rosa blanca, para ambas, con una vela aromática había una nota de letra desconocida para ambas:


“Todo lo que necesitas está en la habitación de la suite, no tendrás pretextos, cuando digo que todo lo que necesitas está ahí… no tardes”


Decía aquella nota que no soltaron y abrieron la puerta. Otra bella y delicada decoración con la luz a medio encender les dejaba ver todo lo que posaba sobre la cama; dos vestidos de noche largos, uno en rojo para Mariella y uno gris para Kin, zapatillas, bolsos, estolas, perfumes para ambas. Retoque de maquillaje sobre la luna frente a la cama… era increíble lo que veían sus ojos que al reaccionar al pie del marco de la puerta ambas salieron corriendo de la suite, sus habitaciones se ubicaban de frente y al mirarse abrir la puerta las dos gritaron y se abrazaron, de prisa se soltaron y serias volvieron a su respectiva suite sin decirse nada. François terminaba de ponerse el saco y escuchaba lo que ya había predicho, aquellos gritos que le indicaban que tenía tiempo perfecto para bajar a al auto que manejó desde Magdeburg por un par de maletas, dejó una estricta orden en la recepción para esas maletas y que necesitaba su auto listo en la entrada, subía a su habitación colocaba las valijas en un lugar visible y salía de nuevo camino al ascensor y espero no más de un par de minutos mientras las chicas salían con maldiciones mentales de lo bien que ajustaban los atuendos a sus cuerpos.


  • - Hora de irnos señoritas – anunció François tomándolas a cada una de un lado y pasaba galantemente con ellas por el lobby hasta llegar a su auto haciéndolas abordar en la parte trasera a una de cada lado; tomaba el rumbo exacto que los otros chicos habían recorrido.


En aquel lugar donde las ansias eran extensas hacia arribo un chico de singular caminar con dos personas de seguridad de tras de él, pedía a la misma hostes “Dekker y Castella” un movimiento involuntario del piercing de su labio inferior hacía que la chica se desconcentrara de su trabajo, él la miró y una bella sonrisa le dedicó, ella prosiguió a preguntar su nombre, aquel chico respondió por “Kaulitz” simplemente; corroboró en su listado y lo hacía pasar a la mesa del grupo de chicos que esperaban, la hostes presentó al chico como tal y todos se levantaban a recibirlo, lo curioso era que no todos eran desconocidos para él. De inmediato reconoció a Fabiho, ¿cómo no hacerlo?, el mejor amigo del bajista de su grupo de rock… “Esto se pone más interesante cada vez…” pensó mientras saludaba a las chicas que poco a poco eran presentadas por nombre y le explicaban la sencilla mecánica de la noche y aunque se esperaba la imagen del otro Kaulitz estaban ya casi todos en la mesa con todo listo para la llegada de sus ansiadas festejadas.